Una pregunta necesaria, la pregunta sobre el ser de las cosas.
ONTOLOGÍA.
La necesidad de
repetir la pregunta por el ser.
La necesidad de
volver a realizar, replantear, la pregunta por el ser surge por tener una
definición apofántica y óntica del ser, esta interpretación del ser se debe a
la perdida del perplejidad acerca del ser y por tener discursos dogmáticos,
míticos, infantiles y populares que apoyan dicha interpretación apofántica, lo
apofántico son aquellos discursos que declaran lo que es o lo que no es,
afirman o niegan una proposición limitándose a describir el hecho sin
argumentar acerca de su fundamento. Esta interpretación del ser impide por
tanto que se cuestione la pregunta por el ser, ya que, se considera como algo
innecesario porque es sabido por todos.
La filosofía tiene
como origen en la experiencia del desinterés, es un saber por saber, y la ontología
es un saber sobre el ser, se pregunta por qué hay algo en vez de no haber nada,
y esta pregunta es planteada desde el más puro desinterés. La cuestión sobre el
ser nos lleva a pensar en que las cosas son algo por sí mismas, es decir, nos
planteamos que es esto o aquello cuando ya no tenemos más nada que hacer con
esto o con aquello, cuando se agota la practicidad y utilidad de las cosas, las
cosas se nos muestran en sí mismas. Pero, para que se agote la practicidad de
las cosas y se nos muestras tal y como son desde el desinterés, es necesario
superar una serie de prejuicios que nos impiden preguntar qué es esto o
aquello. Estos prejuicios que hacen que el ser se resista a una definición son
aquellos que lo establecen como el concepto más universal, indefinible y como
lo más obvio.
El ser como el
concepto más universal: es negar que el ser es movimiento y reposo, y
establecer al ser como un principio originario y, al reducir al ser en un
último termino negamos la posibilidad de que haya multiplicidad, lo que
imposibilita tener un mundo de cosas, pues todo queda reducido a la unidad.
Establecer al ser como el concepto más universal es negar un mundo de cosas, es
negar las cosas de este mundo.
Por tanto, hay que
afirmar el ser como una unidad transcendental que necesita de una precomprensión
de en qué consiste ser, donde en la experiencia del ente va implícita una precomprensión
como condición de posibilidad de las cosas.
El ser como algo
indefinible: definir es delimitar y la definición de algo como algo deja a otro
algo fuera, por tanto, que el ser sea indefinible no se refiere a que sea
indeterminado porque el ser es determinación, pero no determinación en tanto
que cosa, es determinación ,en tanto que, condición de posibilidad de las
cosas. Las cosas son las que puedes ser definidas porque son determinadas por
el ser.
El ser como lo más
obvio: el ser es lo más obvio en sentido plurívoco del ser, en tanto que, proposición,
en tanto que el uso común del ser. Un uso común en el que el ser tiene
diferentes modos de ser en los que el ser tiene lugar y se expresa. Esta
concepción de diferentes modos de ser es la que da origen a las ciencias, a la
ontología regional.
La ciencia es una
investigación óntica que se ocupa del ser donde hay implícita una cierta
precomprensión del ser del que se ocupa, mientras que, la ontología fundamental
se ocupa del ser en tanto que ser.
Refutar estos tres
prejuicios es necesario para poder volver a realizar la pregunta por el ser, si
no diferenciamos lo óntico de lo ontológico lo único que tendremos serán nuevas
respuestas pero todas ellas ontificadas, abrir una diferencia y una relación
entre estos dos planos es necesario para poder preguntar por el ser.
Una pregunta por el
ser que es de carácter teorético, para definir lo que aquí significa theoria
debemos remontar a la utilidad que le daban los arcaicos que, lo identificaban
con la extranjeridad. El extranjero pues, era aquel que salía fuera de la polis
y participa en los juegos contemplando desde afuera, por tanto, repara en las
reglas del juego y lo interrumpe cuando se comete una falta, contemplar y
reparar en las reglas del juego, es decir, en la gramática ontología, se
relaciona con lo que Platón llamo episteme y, estar dentro del juego ignorando
dicha gramática reglada es lo que se corresponde con la
Doxa. Esta extranjeridad la podemos
contemplar en la obra del Sofista, donde el extranjero es aquel que repara en
el juego y realiza una theoria crítica. Esta actitud critica tomada por el
extranjero es la que toma distancia respecto al juego para ver desde afuera
hacia adentro para poder habérnoslas con las cosas y en este camino de habérnoslas
con las cosas encontramos un saber en el que se juega poder tener un mundo de
cosas. Esto es llamado por Platón el plano de los eide, un plano ontológico y
no óntico. Es importante esclarecer y determinar estos dos planos para que las
cosas se den. Cuando hablamos del plano óntico nos referimos a lo ente en tanto
que ente, es decir, a las cosas materiales que tienen pura y simple presencia
y, cuando hablamos del plano ontológico nos estamos refiriendo al ser de las
cosas, es decir, a aquello que le hace a la cosa ser esta u otra cosa, su determinación.
METAFÍSICA.
Diferenciar estos dos
planos y diferenciar el sentido de la metafísica que aquí se juega es necesario
para poder reformular la pregunta por el ser.
Una vez que damos el
paso de volver a plantear la pregunta por el ser tenemos que hacernos cargo de
las consecuencias que conlleva volver a problematizar la cuestión del ser, nos
tenemos que encargar de derrumbar todo aquello que antes impedía volver a
formular la pregunta y, entre esas cosas, nos encontramos la metafísica. Una metafísica
en la que intervienen dos motivos que la han llevado a tener una concepción dogmática.
El primer motivo se deriva a una interpretación cristiana del mundo basada en
la fe, según la cual todo ente no-divino es algo creado. El hombre ocupa la
posición privilegiada ya que, posee alma y
con la salvación de ésta puede gozar de la vida eterna. De esta manera
la totalidad de los entes, conforme a la concepción cristiana del mundo y de la
existencia, se subdividen en Dios, Naturaleza y hombre, a estas regiones se le
asignan la teología, la cosmología y la psicología. Estas tres disciplinas
juntas conforman una metafísica específica, en cambio, la metafísica general (ontología)
tiene por objeto el hombre en general.
El segundo motivo es
la formación del concepto dogmático de la metafísica que tiene por objeto al
ente y al sumo ente, algo por lo que todo el mundo tiene interés, la metafísica
es la reina de las ciencias y su modo de conocimiento es identificado con el matemático
pues, constituye la ciencia racional y a priori.
Platón es el fundador
de la filosofía y en por ello es el primero en determinar todo aquello que
concierne a lo que el llamara metafísica, lo que concierne a la metafísica es
el pensar sobre el ser de lo ente, es un alzar la mirada hacia las ideas. Este
pensar más allá de aquello que solo es experimentado bajo la forma de sombras y
copias, en dirección a las ideas. Las ideas son la causa de la permanencia y la
aparición de todo lo ente, desde la interpretación del ser como idea idea, el
pensamiento sobre el ser de lo ente se torna metafísico y la metafísica se
torna teología, en tato que, a causa originaria de lo ente. El comienzo de metafísica
es el comienzo del humanismo, un humanismo que significa el proceso vinculado
con el inicio y el desarrollo y el final de la metafísica por el que el ser
humano desde distintas perspectivas se sitúa en el medio de lo ente sin ser ya
por ello lo ente de lo supremo.
Como hemos dicho
platón es el primero en que fija una metafísica, pero su metafísica se ve
superada por la lematización del plano de los eide, otorga al plano de los eide
una interpretación apofántica, dicha interpretación se encuentra bajo un saber
denominado dianoia, la dianoia es un saber sobre el eidos, pero no del eidos
como tal sino que toma al eidos como una cosa. Esto fija una doctrina de las
ideas donde la pregunta sobre el eidos queda suprimida. Para refutar este tramo
tematizante y apofántico de la teoría de las ideas recurriremos a la
interpretación, es decir, platón utiliza imágenes y alegorías para referirse a
algo que solo puede ser nombrado indirectamente, como por ejemplo, que las
ideas son los modelos, y que las cosas son sus copias. Además hay que tener
presente que en la antigua Grecia esencia y por tanto su idea, lo que ve la
mirada del sabio no hace mención a una realidad suprasensible, sino al ámbito
preciso en que la silla se usa en la medida en que se usa para sentarse, el
saber de la esencia y el saber que son las cosas consiste en el trato con las
cosas, pues quien conoce la flauta es aquel que sabe tocarla y no el que la fabrica.
El ser de las cosas
se manifiesta en su ser nombradas, es en el lenguaje o logos donde las cosas
encuentran su ser, en el plano de los eide se juega la posibilidad de las cosas
ya que, las cosas se presentan porque tienen eidos y hay cosas porque hay
constitución, pues si solo hubiese eidos tendríamos materia informe. Ser es
eidos, la determinación de las cosas y lo que se ve son las cosas determinadas
en su ser. El ser de las cosas es, por tanto, movimiento y reposo, pero nos
encontramos en aporía porque al hacer la pregunta por el ser lo tematizamos y
convertimos al eidos en lo que no es, lo convertimos en este.
Las cosas son en sí
en la medida en que tienen eidos, en consecuencia, la producción debe estar
subordinada al uso, pues conocer no es otra cosa sino recordar. Aquel que tiene
conocimiento de las cosas es el usuario pues su juicio entiende que las cosas
encuentran su ser en el eidos y este saber asegura que las cosas sean y que
tengan un espacio en el permanecer. En este conocer es recordar hay un saber
ordinario que se pone en juego ese habérnoslas con las cosas, se juega algo que
se ve, se toca y se oye, se pone en juego la sensibilidad y el saber se activa.
El saber que se activa es un saber de antemano, una precomprensión para que las
cosas se presenten, dicha precomprensión que pone en juego la sensibilidad
implica un algo anterior fuera de tiempo, este algo anterior es un conocimiento
transcendental a priori que es un conocimiento del ser de las cosas, de lo que
es ser cosa. Cuando vemos dibujado un objeto nos acordamos de él y lo ponemos
en relación con su propio ser, por tanto, este reconocer una cosa como tal cosa
es lo que se juega en la teoría de la reminiscencia ,que sufre una
interpretación mítica, ese transcender del alma que observa las realidades
inteligibles del mundo verdadero se corresponde con que en todo ordinario
sentir, en todo conocimiento de las cosas hay un saber que no procede de los
sentidos sino de un saber de antemano transcendental y ontológico. El saber de
antemano nos transita al plano de las condiciones de posibilidad de este mundo,
en cuyo mundo el eidos es la presencia de las cosas.
¿Qué sabemos de
antemano?
Este saber de
antemano se encuentra en relación con lo matemático que es aquello que se
conoce ya por adelantado en el trato con las cosas. Lo matemático es lo patente
en las cosas, la condición para un saber verdadero donde las cosas en tanto que
son cosas tenemos trato con ellas, funciona pues como un presupuesto en el que
las cosas ya nos son dadas de un modo, y por tanto, es aprender a conocer lo
que ya se conoce. En consecuencia, el problema no es si las cosas son de
verdad, sino las condiciones de posibilidad de que haya cosas.
En estas condiciones
de posibilidad de que haya cosas no encontramos con el problema de atribuir a
las cosas la multiplicidad o la unidad, este tema es tratado en El Parmenides
donde nos presentamos en controversia con Zenón. El argumento de Zenón es que
si asumimos la multiplicidad, las cosas se presentan semejantes y desemejantes
lo que nos lleva al absurdo, entonces nos iremos a la unidad para demostrar que
en el plano de las cosas no hay multiplicidad. Ante esto, Sócrates responde que
en el plano de las cosas hay una determinada pluralidad, hay multiplicidad
porque hay una pluralidad de cosas y múltiples modos de ser cosa, por tanto, lo
ente participa de la pluralidad. Sócrates y Zenón plantean el problema desde
planos diferentes por ello les lleva a la controversia, pues el primero lo
plantea desde el plano de los eide y el segundo desde el plano de lo ente.
En este dialogo,
platón examinará bajo qué condiciones ontológicas de posibilidad puede darse la
unidad y la multiplicidad.
Encontraremos en
Zenón la dificultad de que al afirmar lo múltiple, una misma cosa debe ser uno
y múltiple, y al afirmar que el ente es uno, afirmaremos que los sentidos nos engañan.
Sócrates responderá a esto que la multiplicidad de las cosas es un factum, un
punto de partida donde las cosas que se nos aparecen a todos no se pueden negar
porque tienen eidos y percibimos lo que son y que hay diferencias entre ellas.
Este punto de partida en un plano ontológico se pone en juego la idea de que
unidad y multiplicidad sean a un tiempo. La multiplicidad podemos observarla en
el lenguaje, un lenguaje que no es tautológico.
El verdadero filósofo
es aquel que dice si a todo, dice sí al movimiento y al reposo y lo dice a un
mismo tiempo, se hace carga de ese a la vez que es a un mismo tiempo, se hace
carga de la síntesis del movimiento y el reposo, del sujeto y el predicado. En
esta síntesis se juega la condición de posibilidad del ser, cuya síntesis se
encuentra reglada por una gramática ontológica donde se mezcla la unidad y la
multiplicidad, esto se encuentra en contradicción con el mundo eleata porque se
elije entre los amigos de las formas o los hijos de la tierra. Platón se da
cuenta de esta multiplicidad de cosas en la teoría de las ideas donde se
establece la diferencia entre las cosas y los eide. Esta diferencia se pone en relación
con la participación y Parménides la refutará diciendo que la participación es
entre cosas y no entre las cosas y su ser.
La igualdad y la
diferencia es la participación de una misma cosa en diferentes ideas, pero
Sócrates no admite la mezcla en las ideas, lo que supone un problema pues el
logos o discurso predicativo exige dar cuenta de la multiplicidad y la unidad
en el plano de las ideas, el fallo que comete el joven Sócrates es que se
centra en la unidad de la idea y por ello convierte a las ideas en cosas, por
ello se ve superado a la hora de diferenciar el plano de las ideas y las cosas
ya que sigue en los limites de la
Doxa y óntifica las ideas, estos limites que marca la Doxa le hace pensar en las
ideas como realidades separadas lo que le impide reparar en la realidad de este
mundo, pues no piensa la unidad entre las ideas. En consecuencia, es necesaria
una reconsideración de la mezcla de las ideas entre sí, porque si no hay dicha
mezcla no hay unidad, es necesario realizar una comunidad de ideas mediante una
gramática ontológica que no piense en tanto que yuxtaposición, sino en tanto
que coderteminacion, hay que superar la conjunción para mediante la unión y la
separación podamos llegar a la relación entre las ideas y las cosas. Hay que
encontrar un movimiento, que será la dialéctica, para enlazar las
determinaciones ontológicas para así superar los malentendidos del platonismo.
Estos malentendidos
que se producen en la teoría de las ideas le sirven de objeto de crítica a Parménides,
dicha crítica se articula en cinco objeciones que pretenden demostrar la aporía
que supone la teoría de las ideas.
1º la paradoja del todo y la parte: si la relación
entre las ideas y las cosas se da por participación, esta participación tiene
que ser parcial o total. Si es parcial, la idea se fragmenta y ya no es unidad,
y si es en totalidad, en cada una de las cosas está la idea.
2º paradoja del tercer hombre: si dos cosas son
semejantes entre sí, participaran de una misma idea, por tanto, si observamos
estas dos cosas y la idea, necesitaremos de una segunda idea que abarque esta
semejanza y así hasta el infinito.
3º las ideas como pensamiento: las ideas se
refieren a las cosas en tanto de que su ser, por tanto, no son conocimiento,
sino condición de posibilidad.
4º las ideas como paradigmas: considerar a las
cosas como modelos de las ideas nos lleva a comprender las cosas como
perfectas, y esto es ontificar el eidos y devaluar el estatuto de las cosas.
5º la paradoja de la incomunicabilidad: la separación
platónica de los dos mundos imposibilita la comunicación, por tanto, debemos
negar las ideas o decir que no se pueden conocer.
A pesar de esta refutación
del padre Parménides no se puede negar el plano de los eide porque es la condición
de posibilidad de que las cosas aparezcan y si negamos este plano nos jugamos
tener un mundo sin cosas, es decir, contribuimos al nihilismo. Es por ello que
debemos abrir una diferencia y una relación para tener cosas en este mundo.
Debemos realizar entonces una diferencia óntico-óntologica y una relación
eidos-cosas, una relación entre lo que aparece y sus condiciones de
posibilidad.
Aquello que aparece
lo hace con un modo de ser, cuyo modo lo da el eidos porque es constitución y
determinación, el eidos no tiene constitución porque es la constitución misma.
Si consideramos el
eidos como ente la cosa queda reducida a falsa apariencia, esta apariencia es
identificada con cierta actitud cotidiana en la que nos vemos con lo presente
sin reparar en sus condiciones de posibilidad.
Las cosas no son
apariencia, es apariencia la actitud con la que se ignoran las reglas del juego
en el que todo decir se mueve y habita. Este estado de apariencia se supera con
el saber filosófico (episteme) que es el saber de las condiciones de
posibilidad, estas condiciones se dan en el logos que es donde se juega la
síntesis, no hay ser sin lenguaje, no hay ser mas allá del lenguaje (esto nos
ayudará a cometer parricidio y dar caza al sofista) en el lenguaje tenemos que
buscar la comunión de las ideas y ponerlo en relación con las cosas.
EL SOFISTA.
Para poder aclarar el
ser que se resiste a la definición aclararemos la vía del no-ser, aclarando el
no-ser aclararemos también ser, pues tenemos claro que ambos se muestran en
este juego de condiciones de posibilidad que es a un mismo tiempo.
Papel del extranjero:
es el verdadero filosofo, es aquel que viene de fuera y repara en las reglas
del juego, se relaciona con la verdad y es el encargado de cometer parricidio
estableciendo que el ser en cierto modo no es y el no-ser, en cierto modo, es.
El extranjero
intentará definir el ser mediante la vía del no-ser, vía en la que se sitúa la
sofistica pues agota su ser en no-ser filosofía. La sofistica busca en derribar
a su adversario sin reparar en aquello que se torna verdadero, mientras que, la
filosofía busca la verdad mediante el dialogo.
Mediante el dialogo
se define lo que el sofista es para distinguirlo del filosofo, para definirlo
es necesario darle caza pues se encuentra refugiado en la vía del ser del padre
Parménides.
Dicha definición será
realizada mediante la división en géneros y especies como en el ejemplo del
pescador con caña, por tanto, es una división driscriminativa. El sofista se
resiste a la definición en el ámbito del ser y hay que definirlo en tanto lo
que no es, como el sofista agota su ser en el no-ser filosofo, mediante una
determinación negativa llegaremos a lo que el sofista es. Esto nos hará entrar
en conflicto con Parménides pues éste establece que el ser puede hablarse y
pensarse y que, el no-ser no puede hablarse ni pensarse porque es la nada y de
la nada no puede surgir el ser, en consecuencia, el no-ser no existe ya que
todo lo que puede pensarse y hablarse, existe.
El sofista parece filósofo
pues se parece como un perro a un lobo, es un mago de la apariencia porque no
repara en el ser de las cosas como el filósofo. El sofista es apariencia,
falsedad y si decimos de lo falso decimos del no-ser. El sofista no aceptará
que el no-ser de algún modo ser porque se encuentra protegido por el padre
Parménides, por ello, debemos matar al padre para poder dar caza al sofista.
Cometer parricidio
nos llevará a esclarecer qué es no-ser y volver a replantear la cuestión del
ser ya que, se encontraba bajo discursos de niños.
Si el ser es reposo
entonces no hay pensamiento, pues el pensamiento es actividad y, si el ser es
movimiento no tendremos ciencia (ontología regional) por ello necesitamos de
ese a la vez porque sin lenguaje no hay cosas, el hacerse sabio implica hacerlo
sobre lo que permanece que es el lenguaje.
El filósofo valora el
ser y el pensar, lo quiere todo y dirá que el ser y el todo son movimiento y
reposo, así pasaremos a movernos en un plano ontológico fundamental donde el
ser es presentado como una estructura, aquí está en juego el ser del ente en
general, donde juegan las figuras: ser, movimiento y reposo, por ello se
necesita de una previa refutación de la teoría de las ideas cuando entran en
juego las figuras mayores, porque la teoría de las ideas niega a las ideas como
ideas porque las ontifica e identifica a lo ente con el permanecer, trata al
ente como idea cuando la idea es determinación. El ser de lo ente es la
determinación lo que verdaderamente no cambia y por ello es tan importante el
logos, porque es sobre lo que se construye una determinación y más allá del
lenguaje no hay ser.
Ser, movimiento y
reposo son la condición de posibilidad de cualquier definición, son igualmente
originarias, ser no es un género superior del que surjan movimiento y reposo,
sino que, son los tres a un mismo tiempo. Se encuentran unidos mediante la dialéctica
donde se pone en juego una gramática ontológica. Cada uno de ellos es semejante
en sí mismos y diferente respecto a los otros. Esta diferencia marca el umbral
para que haya ciencia y relación entre los géneros. Para que haya diferencia
recurriremos a la gramática, esta diferencia no suprime al ser, sino que se
identifica con el no-ser, un no-ser con respecto de algo, por ello, el ser
tiene un negocio con el ser, pues se dice algo con diferencia de otro algo, ya
que, el ente es múltiple pues nos encontramos con una pluralidad de modos de
ser, por ello hay diferencia, la cual se juega en el discurso predicativo donde
el ser no es una sustancia sino una síntesis.
En este discurso
predicativo con una gramática ontológica pone en juego un saber dialéctico que
es el que otorga la definición, la filosofía tiene por objeto la gramática del
ser y en la definición se juega: ser, movimiento, reposo, mismo y otro. En
Platón el ser es gramatical y lo que es diferente lo es siempre con respecto de
otro, tiene que afirmarse la diferencia entre el ser y la diferencia para tener
un mundo de cosas.
-ontología
fundamental: es la encargada de realizar la pregunta por el ser, ya que se
ocupa del ser en tanto que ser.
-ontología
regional: se ocupa del ser en tal o cual región, se encarga de la ciencia
que es una investigación óptica que se ocupa del ser donde hay implícita una
cierta precomprensión del ser del que se ocupa y, hay ciencia porque hay una
pluralidad de modos de ser donde el ser tiene un lugar y se expresa.
-actitud crítica:
la pregunta por el ser de la que se encarga la ontología fundamental es una
pregunta teorética y la theoria se corresponde con la extranjeridad. El
extranjero es aquel que se encuentra fuera, en este estar afuera el extranjero
repara en las reglas del juego el cual se interrumpe si se comete una falta,
las reglas del juego se corresponden con una gramática ontológica. Este
contemplar y reparar en las reglas del juego es episteme e ignorar dichas
reglas del juego es Doxa. Esta actitud crítica toma distancia respecto al juego
para poder mirar desde afuera hacia adentro, este mirar nos permite habérnoslas
con las cosas y poner en juego un saber que nos permite tener un mundo de
cosas, se abre así, el plano de los eide.
-conocer no es
otra cosa sino recordar: las cosas son en sí en la medida en la que tienen
eidos y por ello la producción debe estar subordinada al uso. Aquel que tiene
conocimiento de las cosas es el usuario y este saber es el que nos asegura que
las cosas sean y tengan un espacio duradero en el tiempo, el juicio del usuario
entiende que las cosas encuentran su ser en el eidos. En este conocer es
recordar hay un saber ordinario que se pone en juego en ese habérnoslas con las
cosas y en el se juega algo que se toca, se ve y se oye, entra en juego la
sensibilidad y el saber se activa, este saber es un antemano, una
precomprensión para que las cosas estén presentes, por tanto, implica un algo
anterior fuera de tiempo que se corresponde con un saber transcendental a
priori que, es el conocimiento del ser de las cosas (el que tiene el usuario)
de lo que es ser cosa. Ejemplo: cuando vemos pintado algo y nos recuerda al
objeto. El que sabe de flautas es el flautista, el que sabe de sillas es el que
la usa en tanto que para sentarse y no ponérsela en la cabeza.
Lo que conocemos de
antemano presenta relación con lo matemático, que es aquello que se conoce ya
por adelantado en el trato con los entes. Lo matemático es un presupuesto en el
que las cosas ya se nos son dadas en un modo, es la condición para un saber
verdadero donde se juegan las condiciones de posibilidad para que haya cosas.
-¿qué quiere decir
apariencia? La apariencia (Doxa) es vivir con una cierta actitud cotidiana
en la que nos vemos con lo presente ignorando sus condiciones de posibilidad. Las cosas no son apariencia, es apariencia
la actitud con la que se ignoran las reglas del juego en el que todo decir se
mueve y habita. Para salir de la Doxa es necesario saber las
condiciones de posibilidad de las cosas, ¿dónde encontramos estas condiciones
de posibilidad? En el logos.
- logos: es
donde se juega la síntesis entres sujeto y predicado, no hay ser sin lenguaje,
más allá del lenguaje no hay ser, es en el lenguaje donde tenemos que buscar la
comunión de las ideas para poder ponerlas en relación con las cosas. En el
lenguaje replantearemos la cuestión del ser y le encontraremos definición.
-definición:
será realizada por división discriminativa según la técnica y en ella
realizaremos la síntesis entre sujeto y predicado, porque sin ese a la vez no
tendremos un mundo de cosas. Hará que nos movamos en un plano ontológico
fundamental donde el ser se nos presentara como una estructura, en cuya
estructura estará la síntesis de ser, movimiento, reposo, mismo, otro, mismo
como condiciones de posibilidad para cualquier definición. Se unirán mediante
la gramática ontológica que pone en juego la dialéctica donde cada término será
semejante en sí mismo y diferente con respecto a los otros.
-diferencia:
la diferencia es la condición de posibilidad de que haya relación entre los géneros
y de que haya ciencia, la diferencia se encontrara presente en la gramática,
dicha diferencia no suprimirá al ser sino que, será una diferencia de una
determinación, un no-ser con respecto de algo, un decir algo con diferencia de
otro algo debido a que el ente es múltiple pues tiene una pluralidad de modos
de ser. Lo diferente lo es diferente siempre respecto de otro algo y tiene que
afirmarse la diferencia entre el ser y la diferencia para tener un mundo de
cosas. Esta diferencia se juega en el discurso predicativo.
-discurso
predicativo: en el discurso predicativo encontramos las separaciones y
uniones donde el ser no es una sustancia sino una síntesis. En este discurso,
el cual tiene una gramática ontología, pone en juego un saber dialéctico que es
el que otorga la definición. La filosofía, por tanto, tiene como objeto la gramática
del ser. Ser si tiene significación es gramatical y no léxica.
-problema con
Parménides: el ser puede hablarse y pensarse, el no-ser no puede hablarse
ni pensarse, es la nada y de ella no puede surgir el ser porque no existe, por
tanto, si algo puede hablarse y pensarse, necesariamente tiene que existir.
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