Prostitución.
Como todos
sabemos, la prostitución es el oficio más viejo del mundo es aquí donde arranca
mi defensa de hoy, la prostitución no es solo un oficio -un trabajo que
realizas por la necesidad de sobrevivir o llegar a fin de mes- sino
que también es una profesión. Vender un servicio sexual puede ser también
una vocación, aunque le resulte raro a nuestra ética social, tema que
trataremos más adelante. Puede ser cierto que esta vocación no comience a
despertarse hasta el periodo de la adolescencia que es cuando el ser humano
comienza a sentir una notoria curiosidad por su cuerpo y por la interacción del
mismo con otros cuerpos. Realizar un negocio con tu cuerpo no es algo que
se pueda descubrir a los 3 años, no se tiene un talento innato como puede ocurrir
con la música donde esas dotes se puede manifestar mucho antes, uno no nace con
un don especial para saber follar con deleite y dedicarse a la prostitución, es
algo que se descubre a medida que tu cuerpo y tu mente evolucionan, se
descubre entonces esa pasión o se gusto y uno decide dedicarse a ello de manera
profesional, aunque en España la prostitución no se encuentre legalizada
(debido a la presión de las mafias y el gran dinero que dejan en nuestro
territorio) sí que se puede realizar mediante el vacío legal que la ley
permite, dicho vacío se encuentra en declararse como autónomo en el apartado de
"otros" es cierto que, uno no recibe la misma seguridad y protección
que en el desempeño de un trabajo aceptado como oficio en nuestra sociedad,
pues sigue siendo una acción ilícita pero te permite declarar tus
ingresos.
La
legalización de este trabajo lleva consigo la apertura de muchos frentes de
debate, el primero podríamos encontrarlo en nuestra amada Constitución la cual
permite la elección de profesión y oficio, y la libertad de empresa, pero al
mismo tiempo prohíbe todo aquello que se encuentre relacionado con la
esclavitud y tratos humanos degradantes. Hoy en día, la prostitución se tiene
entendida como algo indigno y carente de honor pues es bien sabido que el
90% de la población no se pone a buscar trabajo de prostituta al
igual que de camarera, cuando ambos son igual de respetables, esto lo podemos
ver reflejado en el simple habla de nuestra sociedad cuando decimos a modo
jocoso "voy a tener que meterme a puta para poder pagar la hipoteca, el
coche, un préstamo, etc" y la mayoría de contestaciones que recibimos son
del estilo "no digas eso ni en broma". Esto demuestra que vender o
comerciar con tu cuerpo es algo tan degradante como la mendicidad, nuestra
sociedad es así degrada y humilla todo aquello que no se corresponda con su
estética de perfección. La idea de esta comunidad tan sumamente perfecta y
armoniosa se centra en que el cuerpo y las relaciones sexuales son algo íntimo
y privado que deben estar alejadas o protegidas del escrutinio ajeno, no impera
la idea de que sea tu cuerpo y como posesión propia del ente se pueda hacer con
él lo que a uno le venga en gana, por ello, no es lo mismo ver a una persona en
ropa interior que en bañador. Si tú mujer "desvergonzada" te
atreves -tu personalidad es más fuerte que la opinión pública- a salir a
la calle en pantalones y en sujetador, automáticamente te has convertido en una
guarra o puta. Si cambiamos de escenario y nos desplazamos a un paseo marítimo,
cambiados el sujetador por un bikini y salimos a la calle, automáticamente nos
hemos convertido en "personas corrientes". La razón habita en la
costumbre, la práctica habitual y constante de una acción la convierte en un
hábito y el hábito deja paso al carácter, nuestra ética se conforma de estos
sencillos pasos por eso cataloga como bueno o correcto aquello que está
acostumbrado a ver, por desgracia la prostitución es algo que uno no acostumbra
a ver, es muy raro que alguien de tu entorno te diga que quiere dedicarse a la
prostitución de manera profesional, rareza que se ve acompañada por el miedo de
ser excluido de su núcleo familiar.
¿Cómo
podemos contribuir para que este prejuicio se erradique?
Sería un gran comienzo eliminar de
nuestro vocabulario la palabra "puta" como un adjetivo calificativo
despectivo, no debe seguir siendo un insulto ni debe seguir tomándose como una
falta de moralidad. Ser prostituta está muy alejado de todo eso, para ser puta
se debe ser valiente pues se tiene que luchar contra los prejuicios de ésta
sociedad tan manchada de amor propio y las personas que libran batallas contra
ese mal llevan por bandera el lema del progreso, así que son, en todo caso de
ser algo más que meras personas, heroínas porque no tienen miedo de combatir por
aquello que les acerca al fin de la vida humana, la felicidad, y es bien sabido
que nadie puede obligarte a ser feliz a su manera.
Comentarios
Publicar un comentario