Delincuencia y situaciones de necesidad.
Según el diccionario de la Real
Academia Española, la delincuencia se constituye bajo la acción de delinquir
que, a su vez, se corresponde con el conjunto de delitos. Los delitos son
acciones u omisiones voluntarias o imprudentes penadas por la ley. En
consecuencia, el delincuente es un sujeto que quiebra o se salta la ley
-jurídicamente correcto o admisible- pero, ¿es realmente verdadera esta
concepción de la delincuencia? Para resolver esta pregunta deberemos distinguir
entre aquello que se establece como ilegal en una determinada época y que tiene
la finalidad de conservar el bien común y el orden, y aquello que se consagra
como un abuso del poder para favorecer a unos pocos, para realizar este proceso
me serviré del examen de un ejemplo práctico, que nos ayudara a entender la
confusión citada.
Supuesto.
En el verano de 2004, el huracán
Charley asoló Florida, murieron veintidós personas y los daños ascendieron a
11.000 millones de dólares. Se produjo entonces un debate acerca de los precios
abusivos.
En una gasolinera de Orlando
vendían a diez dólares las bolsas de hielo que antes costaban dos. Como no
había energía eléctrica para las neveras y aires acondicionados, a muchos no
les quedó otro remedio que pagar. Los árboles derribados aumentaron la demanda
de motosierras y reparaciones de tejados. Por retirar arboles del tejado de una
casa se pidieron hasta 23.000 dólares.
Muchos pensareis que esta subida
de precios se debe al libre mercado y a su famoso sistema de oferta-demanda, pero,
en realidad, cuando la necesidad aprieta uno no acude al mercado de una forma
libre porque los compradores no deciden libremente, por su propia voluntad,
acudir al mercado para encontrarse allí con quienes venden, por su propia
voluntad también, y acordar un precio basado en la oferta y demanda. La libertad
es la ausencia de necesidad entre aquello que origina el querer y la voluntad. Lejos
de ocurrir esto, lo que sucede es que unas padillas de buitres someten a
coerción a los compradores por una situación de emergencia, forzosamente deben
adquirir lo que necesitan debido a que un huracán ha destrozado su tejado. La
imagen que observamos se corresponde con una codicia que se aprovecha de las
desgracias de otros. Esta imagen no se corresponde con una situación de
justicia, sino más bien, con una imagen de indignación; una ira incontrolable
que se siente cuando uno no obtiene lo que no se merece. Aun así, los buitres
que deciden establecer precios abusivos y especulativos se encontrarían
totalmente refugiados por la ley, y no se considerarían infractores de la
misma.
¿Qué ocurriría si uno de estos
afectados decide “robar” algunas herramientas para quitar el árbol de su
tejado? Si seguimos la línea del Derecho, el individuo se transformaría en un ladrón
o delincuente, pues ésta quebrando la ley establecida en el momento que decide
sustraer algo que no es de su propiedad. El tema principal de nuestra cuestión
nace aquí, pues no deberíamos considerar como delincuente a alguien que
simplemente intenta satisfacer sus necesidades básicas para la supervivencia,
en este caso, tener un alojamiento seguro. Entonces, se nos plantea el debate
entre aquel que sigue la ley, pero realiza hechos injustos, y aquel que
infringe la ley, pero sus acciones corresponden con la virtud moral.
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